El ministro y vocero de la Corte Suprema, Lamberto Cisternas, abrió la segunda jornada del Seminario Internacional de Cannabis Medicinal de Santiago, organizado por Fundación Daya, que reúne anualmente a la comunidad médica científica, organizaciones, pacientes y profesionales de la salud de diferentes países alrededor mundo.
En sus palabras de bienvenida al “Simposio Internacional de Cannabis Medicinal de Santiago” (12 de octubre), el juez entregó su apoyo a la labor de Fundación Daya y comentó que su esposa sufre de lupus y enfermedades autoinmunes hace años y ha encontrado alivio en el tratamiento cannábico. “Entonces hemos experimentado en la misma familia los beneficios que tiene, por lo menos en lo paliativo, el dolor y el ordenamiento del sueño, y otras particularidades de la vida, que en la vida diaria son extraordinariamente importantes”, dijo el ministro Cisternas.
En cuanto al aspecto legal, se refirió a la aplicación de la Ley 20.000, destacando que el objetivo fundamental de esta normativa es no sólo perseguir el tráfico, sino que privilegiar la salud. En esta misma línea, reflexionó sobre la persecución a quienes utilizan el autocultivo como método de acceso al cannabis medicinal.
A continuación les ofrecemos la transcripción y el video del discurso:
“Muy buenos días a todas y todos. Mi presencia en este escenario se justifica por la gentil invitación de la Fundación Daya a compartir con ustedes un breve saludo al inicio de esta segunda jornada de este Seminario. Yo soy ajeno al mundo de la ciencia y de la medicina, salvo en cuanto padezco o gozo de los malos o buenos efectos de los medicamentos y las sustancias que se usan cuando uno quiere restablecerse. Tengo la experiencia de mi señora, que sufre de lupus hace muchos años, y otras enfermedades autoinmunes que unas y otras van concatenadas, y que ha buscado aparte de la medicina tradicional, numerosas alternativas: tratamientos de flores, reiki, inmunoterapia y cannabis. (Aplausos) Entonces hemos experimentado en la misma familia los beneficios que tiene, por lo menos en lo paliativo, el dolor y el ordenamiento del sueño, y otras particularidades de la vida, que en la vida diaria son extraordinariamente importantes.
Pero me ha tocado también en el ejercicio de mi actividad como ministro de la Corte Suprema en diversas cuestiones que se relacionan con la aplicación de la Ley 20.000, que es la parte legal, pero la parte legal prohibitiva. Hay otra parte legal que necesita ser enfocada con particular decisión, sobre si abrimos o no caminos. Esa es una decisión política que, ciertamente, está fuera de mi alcance. Y en lo que se refiere a la Ley 20.000 hemos tenido dos puntos que son bien importantes. El primer punto es destacar que el objeto fundamental de la Ley 20.000 no es sólo prohibir o perseguir el tráfico, y particularmente el tráfico duro, sino privilegiar la salud. Ese es el bien jurídico protegido, la salud pública. Y hay muchos casos en que la gente trata de proveerse de cannabis, y es por otras razones distintas del mero tráfico, aun cuando pueden ser ellos objetos de tráfico, o mejor dicho, perjudicados por el tráfico. Y tratando de destacar que el fin fundamental de la Ley 20.000 es la salud pública, hay muchos casos que quedan exentos de una sanción porque no se logra acreditar que se ha perjudicado ese bien jurídico protegido que es la salud pública.
Y el otro tema es el tema del cultivo, que debe ser puesto en la perspectiva de su uso personal, exclusivo y próximo en el tiempo. Y tratando de distinguir lo que es el cultivo estrictamente individual, de lo que es el cultivo colectivo pero realizado con fines terapéuticos. Y aquí el problema fundamental es el problema de la prueba. Cómo acreditarle a la autoridad que trata de cumplir su función, a veces con matices más cargados hacia lo prohibitivo, que lo que se está haciendo es un cultivo para el beneficio de la salud. Y eso muchas veces no lo entienden los agentes que están encargados de fiscalizar el cumplimiento de la ley. Y no hemos descubierto buenos mecanismos de prueba que permitan acreditar esto, que permitan evitar la acción prohibitiva y punitiva del Estado en esta materia, y que permitan evitar el comiso de las plantas. Porque con el comiso de las plantas se acaba todo lo que la familia prepara, para salvar justamente la salud. Y si no tenemos buenas pruebas, probablemente los tribunales, primero los agentes persecutores y luego los tribunales, van a continuar actuando en esa línea.
Por eso se abrió en algún momento una ventanita de esperanza con la tramitación de la Ley Cultivo Seguro, en la que se permitía a través de un mecanismo que podía ser perfeccionado ciertamente, acreditar que se estaba siguiendo una línea de tipo terapéutico, con el respaldo de un facultativo debidamente autorizado o registrado. Eso está todavía estancado y probablemente va a permanecer allí bastante tiempo. La idea es avanzar en ese camino, y eso es propio de la actividad legislativa, pero eso no está sólo, sino que está todo lo que están realizando las organizaciones de los que están beneficiados con el uso de cannabis, para plantear ante las autoridades y poner de manifiesto los beneficios que esto produce.
Yo recuerdo, por ejemplo, haber estado en la ciudad de Temuco, con motivo de un seminario relativo estrictamente a la cuestión judicial, y de pronto me dicen “alguien quiere saludarlo”. Conforme, voy, y me encuentro a las afueras con una señora, que está acompañada de tres jóvenes, y uno de ellos en una especie de silla de ruedas, que era entre coche y silla de ruedas. Entonces me dice la señora “yo le quiero saludar, y quiero pedirle una foto, porque resulta que mi hijo pequeño tiene una situación de salud en que se nos dijo que el niño no se iba a mover. Iba a permanecer en cama, iba a permanecer permanentemente en esa condición de postración. Yo me contacté con Mamá Cultiva, y por asesoramiento de médicos de tal lugar, estamos consumiendo cannabis, en la fórmula de aceite que ellos nos han indicado. Y este niño que usted ve está sentado, se mueve y está yendo al colegio, señor. Y sus compañeros lo aceptan, felizmente, no le hacen bullying, no le molestan. Y nosotros (y miró a sus dos chicos mayores), cultivamos en la casa”. Obviamente yo no iba a hacer ninguna denuncia, para qué, no había ninguna necesidad… (Aplausos).
No puede uno, aunque ejerza una función tan regulada, como es la de juez, abstraerse de estas situaciones de la realidad, que mueven a considerar que la legislación no se ha hecho para conculcar los derechos de las personas, ni el derecho a la vida, ni el derecho a la salud, ni el derecho a decidir exactamente con qué se va a medicinar y con qué se va a tratar. (Aplausos). Uno espera que en lo que está por venir la legislación se abra a esta comprensión y permita que las personas, dentro de un adecuado marco regulatorio, puedan optar, y tomar los caminos que le parecen mejor para su salud.
Agradezco la invitación a estar con ustedes en estos momentos, los felicito, les deseo el mayor éxito, y aprovecho de excusarme, que por razones de familia y de salud voy a tener que retirarme muy prontamente. Gracias”.
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