David Nutt, profesor de Neuropsicofarmacología, junto a otros científicos, publicaron un estudio que reveló que algunos de los daños provocados por drogas legales como el tabaco y el alcohol, superan drásticamente a los que pueden producir el cannabis, éxtasis y LSD- e incluso la heroína y cocaína- drogas consideradas ilegales. Políticos y la sociedad en general continúan ignorando la evidencia científica, evitando la regulación de las actuales leyes.
A continuación, tres factores que pueden explicar esta paradoja.
- Capitalismo y clase
Noam Chomsky, activista político y crítico social estadounidense, entrega argumentos interesantes para explicar cómo el capitalismo puede dirigir el estado legal de las drogas.
El cannabis, por ejemplo, es una planta que puede crecer fácilmente en el patio trasero de alguien, por lo que no es tan fácil de comercializar por ganancias. El tabaco, en cambio, necesita de la industria tecnológica y es por lo tanto, idóneo para su comercialización. Lo mismo ocurre con las bebidas alcohólicas, un vino decente o una botella de whisky, no crecen tan fácil como el cannabis o los hongos.
Si bien actualmente en Estados Unidos la legislación permite la comercialización del cannabis, es importante recordar que la mercantilización de la planta fue uno de los principales argumentos para evitar su legalización en muchos estados.
Las políticas de drogas también pueden ser usadas para una “limpieza social”. Gobiernos pueden prohibir drogas asociadas a estratos sociales más bajos, como el cannabis. Durante la prohibición de alcohol en 1920, se permitió la venta de whiskey, una opción más cara que aseguraba que las elites pudieran seguir consumiendo, con prescripción médica.
- Mal entendimiento de los riesgos
Por lo general sobre reaccionamos a amenazas inmediatas y le bajamos al perfil a aquellas que son más a largo plazo. Este es un fenómeno bien conocido, que fue descrito por el psicólogo Daniel Gilbert, de la Universidad de Harvard.
Una persona percibirá el 14% de posibilidades de desarrollar cáncer al pulmón producto del tabaco como un riesgo más bajo que el 0,01% de muerte inmediata por sobredosis de éxtasis. En términos estadísticos, es 1000 veces más probable morir por culpa del tabaco que por consumir éxtasis.
Esta actitud frente a los riesgos a largo plazo se demuestra en nuestras posturas frente al cambio climático, por ejemplo. Las consecuencias del calentamiento global no se presentarán quizás en décadas, sin embargo, muchos siguen siendo apáticos ante esta amenaza.
- Confusión entre efecto y toxicidad
Fácilmente podemos pensar que mientras más obvio el efecto psicológico de una droga, mayor serán sus riesgos. Hemos evolucionado millones de años para asociar cambios psicológicos repentinos e inusuales con miedo. Éstos nos advierten que algo no está bien.
Los efectos del alcohol y el tabaco son muy sutiles y graduales en comparación con el LSD. Este es uno de los compuestos psicoactivos más seguros, sin embargo, sus efectos son profundos e intensos.
Es difícil de darse cuenta de que la extrema transformación mental causada por el LSD es independiente de los efectos que produce en la salud. El cambio que crea es un resultado directo de una modificación segura a los niveles de un neurotransmisor, no un cambio indirecto que deba alarmarnos sobre un potencial daño fisiológico.
Por supuesto que las actitudes sociales frente a las drogas son extremadamente complejas y no pueden ser reducidas a un número específico de razones. Estar consciente sobre algunas de las causas que afectan nuestra percepción de las drogas psicoactivas puede ayudarnos a pelear por regulaciones y políticas de drogas más racionales y menos dañinas.
Traducido por Fundación Daya
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