Interesante resulta cuando los estudiantes de una universidad logran instalar en dicha institución el debate en temas de alto impacto ciudadano. En momentos como esos, la universidad completa su rol social, más allá de sólo dedicarse a enseñar. Es el caso del debate organizado por la Vocalía Salud y Bienestar de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica (FEUC), que tuvo como tema central el cannabis.
La instancia, llamada “Marihuana: legalización, consumo y efectos”, se realizó el 12 de junio en el Campus San Joaquín de la mencionada casa de estudios. Tuvo como expositores a Ana María Gazmuri, directora ejecutiva de Fundación Daya, junto al médico-psiquiatra Nicolás Zamorano, del Colegio Médico de Chile.
Como era de esperar,, el encuentro convocó visiones encontradas con respecto a la planta y sus usos. Partiendo por lo medicinal, donde Nicolás Zamorano confirmó explícitamente la postura de la organización que representa. Así, definió que hablando de cannabis “en el uso medicinal, no hay evidencias de que sus potenciales beneficios sobrepasen los efectos adversos y quienes deben tener la ‘voz de mando’ son los médicos”. Una afirmación tan categórica fue recibida con no poca sorpresa y bastante de rechazo por el público, mayoritariamente estudiantes de la PUC.
Por otra parte, Ana María Gazmuri reivindicó una visión diametralmente diferente, explicando que a través del mundo (y en Chile, por supuesto), se viene levantando un nuevo paradigma, donde la voz de los pacientes, sus preferencias y experiencias, así como la experticia clínica del tratante, son tan relevantes como la investigación científica. En ámbitos como el uso de drogas, contra el prohibicionismo y la guerra a las drogas se levanta la alternativa del paradigma que propone la gestión de riesgos y reducción de daños; poner toda la información veraz y objetiva sobre la mesa, permitiendo así una toma de decisión consciente e informada en relación al uso de sustancias, apuntando hacia el consumo responsable, que es el tipo de consumo que tiene el 90% de los usuarios a nivel mundial, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodoc por su sigla en inglés).
Contra la medicina industrial y monopolizada por corporaciones, se alza la medicina social. Y, por supuesto, siempre teniendo como norte el respeto a las decisiones y la autonomía de las personas para decidir sobre qué tratamiento recibir y la forma de acceder a él. Tópico que, según destacó, en relación al uso medicinal del cannabis, será reafirmado cuando se logre aprobar en el Senado la Ley Cultivo Seguro, garantizando así el respeto de un derecho ya existente en la ley 20.000.
El encuentro estuvo marcado por una intensa participación del público presente, que no dudo en interpelar y debatir cada una de las tesis planteadas, mostrando especial preferencia a favor de los derechos de los pacientes, la educación como mejor herramienta que la prohibición para velar por la salud pública. Fue muy destacada la intervención de un joven que, sin ser usuario de cannabis en ninguna de sus vertientes, comprende que la regulación y legalización de la planta, también le beneficia, en tanto disminuye la criminalización y el narcotráfico.
En definitiva, fue un encuentro donde no sólo se expusieron dos visiones, sino que sirvió como una pequeña muestra del rumbo que toman las sensibilidades sociales. Como en tantas ocasiones, pudimos confirmar que el cannabis medicinal si tiene un espacio ganado entre los jóvenes, muchos de ellos futuros profesionales de la salud. El futuro está con nosotros.
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