TESTIMONIOS

Carta de apoyo al uso de Cannabis Medicinal de psicologa Janeth Noseda
Ante las publicaciones del último tiempo, donde algunas Asociaciones Médicas han emitido declaraciones que buscan desacreditar la figura de Ana María Gazmuri como autoridad en temática de cannabis medicinal, junto con emitir juicios en contra de la marihuana medicinal, señalando por ejemplo que provoca adicción, trastornos psiquiátricos y deterioro cognitivo, quisiera declarar lo siguiente:
Consumo marihuana terapéutica hace dos años, debido a que padezco de Fibromialgia (dolor crónico generalizado de forma permanente) y soy paciente de la Fundación Daya.
Antes de consumir marihuana con fines terapéuticos, me traté con médicos de forma tradicional, con medicamentos de alto costo y severos efectos secundarios, tales como derivados de la morfina y otros para tratar el dolor. Los médicos aparecen de forma enaltecida y soberbia en las declaraciones de las Asociaciones Médicas, como si fueran la única voz autorizada del tema y todos los demás nos tuviéramos que ceñir a lo que ellos dictaminen, sin capacidad de poder elegir el tratamiento que queremos seguir. Quiero señalar que fueron médicos de las más costosas clínicas de Santiago y de corriente tradicional, quienes se equivocaron en mi primer diagnóstico, señalando que yo padecería de Artritis Reumatoidea y tomé por tres meses antiartríticos tan fuertes, que tenían que medir mi función hepática mes a mes, por los fuertes efectos secundarios que tenía el tratamiento en mi hígado. Cuando finalmente se dieron cuenta de que lo que yo tenía era Fibromialgia, yo había tenido que recurrir a un crédito de consumo para cubrir el problema económico que habían significado las consultas médicas, los medicamentos (que tuve que comprar en Argentina para intentar disminuir costos) y los exámenes. Me recetaron nuevamente derivados de la morfina para el dolor que eran carísimos y que nada hacían con mi dolor, puesto que como todos saben, la morfina es altamente adictiva y ya al mes, yo había desarrollado tolerancia a los medicamentos, es decir, no me hacían nada.
Estuve postrada tres meses, donde llegué a llorar muchas veces del dolor, que es como estarse quemando en vida constantemente. El dolor tampoco me dejaba dormir.
Soy reconocida en las redes sociales por mis columnas de opinión pero lo que la gente no sabe, es que las columnas de aquel entonces, fueron escritas con mis dedos inmovilizados con tela adhesiva para soportar un poco mejor el dolor que sentía al teclear.
Cuando ingresé a la Fundación Daya, comencé inmediatamente a consumir aceite de marihuana, gracias a una amorosa red de apoyo: una gotita en la noche y una gotita en la mañana. Creo que no tengo palabras para describir lo agradecida que estoy de la Fundación. Recuperé poco a poco la movilidad de mi cuerpo, al mismo tiempo que el dolor cada vez era menor. Dejé de tomar el medicamento derivado de la morfina y con ello, le di un respiro a mi hígado. Prácticamente, puedo decir que reemplacé la morfina por el cannabis. Cambié un medicamento con serios efectos secundarios que causa adicción y es altamente costoso, por una planta que no ha tenido efecto secundario alguno en mí. Ya llevo dos años consumiendo aceite de marihuana y hago mi vida normal. Voy al trabajo, ando en bicicleta, practico yoga y sigo escribiendo mis columnas. Puedo decir (y siento que es mi deber decirlo) que después de dos años de consumo de aceite de cannabis, no he presentado trastornos psiquiátricos, no tengo alteración de mi memoria ni de mi funcionamiento cognitivo y tampoco me hice adicta. De hecho, a diferencia de los antiguos medicamentos, no he generado tolerancia al aceite. Funciono perfectamente bien, al punto de liderar una comisión científica en el Colegio de Psicólogos A. G. Si mi memoria o mi aparato cognitivo estuviera comprometido, no podría realizar estas labores.
Tampoco me he vuelto adicta, como emplazan las Asociaciones Médicas. De hecho algunos meses no he tenido aceite y no ha pasado nada. No fumo marihuana, consumo alcohol de forma muy pero muy ocasional y no consumo otra droga.
No entiendo por qué las Asociaciones Médicas generan tanta alarma en la población, siendo que sus medicinas aparte de ser costosas, son peligrosas y generan efectos adversos graves y las prescriben sin ningún temor. Si a mí me dan a elegir entre un medicamento caro, adictivo, que tiene serios efectos en el hígado versus una planta que no me cuesta nada, no es adictiva ni me daña mi hígado, créanme, me quedo con la planta.
Yo soy la prueba viviente de que sus estudios no son correctos. Aquí estoy, viviendo sin dolor, no soy una adicta, no pasé a consumir otras drogas y no me volví loca.
Después de las malas experiencias que tuve y de los errores diagnósticos que los médicos tuvieron conmigo, yo le creo a ojos cerrados a Anita Gazmuri, quien amorosamente me acogió desde el primer día que nos conocimos y he aprendido muchísimo de ella acerca de la marihuana terapéutica. Es el por el cariño que le tengo y eterno agradecimiento que ardo de rabia cuando leo ataques a la Fundación Daya o a su persona como voz válida en cuanto a cannabis medicinal. Los médicos no supieron ayudarme. Ana María Gazmuri conoce el cannabis medicinal perfectamente y gracias a su ayuda, yo hoy llevo una vida normal.
Cuando las Asociaciones Médicas satanizan la marihuana y pelean para que no podamos tener un auto cultivo regulado, nos están negando el derecho a elegir, imponiendo su visión de enfermedad y salud por sobre otras e imponiéndonos el que nos tengamos que quedar con los medicamentos sin cuestionar nada.
Yo defiendo y defenderé siempre el uso de la marihuana medicinal, porque soy el vivo ejemplo de que funciona y de que todas las penas del infierno que le adjudican las Asociaciones Médicas, no son ciertas o están muy muy atrasadas.
Mi más sincero agradecimiento a la Fundación Daya:
Janet Noseda
Psicóloga
Magíster en Psicología Clínica
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