Voluntaria de Fundación Daya Quilpué y recién titulada de Nutrición y Dietética de la Universidad de Valparaíso, Gisella Johnson Opazo realizó una tesis de grado titulada “Formulación de un producto alimentario con potenciales fines terapéuticos a base de Cannabis sativa“. Un trabajo de investigación sin precedentes en el país, por el cual recibió la nota máxima, y que por su temática marcó un hito tanto en la Facultad de su carrera como en la Universidad.
“La investigación tuvo carácter exploratorio debido a que faltan estudios de biodisponibilidad de fitocannabinoides en un producto alimentario o ensayos clínicos que respalden su uso. Lo que logré con esta tesis fue unir las dos carreras de la facultad: nutrición y farmacia”, señala Gisella.
La joven oriunda de Valparaíso decidió cerrar su ciclo académico investigando las propiedades de la planta a través de la creación de una galleta a base de cannabis, debido a la necesidad de cuantificar el comportamiento de los fitocannabinoides en un alimento, ya que muchos usuarios de cannabis medicinal utilizan la cocina como vía de administración.
“Elegí la cannabis por un montón de motivaciones; una de ellas es que soy voluntaria de Fundación Daya Quilpué y acá vi mucha necesidad de cuantificar y conocer el comportamiento de un producto alimentario en base a cannabis. Por eso decidí realizar el estudio”, señala la nutricionista.
La profesional explica que existen pacientes con poca tolerancia a utilizar medicinalmente el cannabis por otras vías de administración, convirtiéndose la comida en su forma predilecta. “Hay usuarios que no les gusta el sabor del cannabis y tienen un rechazo sensorial hacia la planta. Sabemos que mucha gente consume el cannabis de manera oral y digestiva, pero pocos saben los reales aspectos clínicos que debieran manejar, como por ejemplo el proceso de descarboxilación, la activación de los cannabinoides y su liposolubilidad. Para las personas que padecen anorexia, este formato es muy recomendable, ya que además les aporta calorías”, explica Gisella.
Si bien la profesional tuvo problemas para obtener la materia prima a utilizar en su estudio, finalmente puedo acceder a ella, contando con la aprobación de todos los entes involucrados. “Al hacer el análisis sensorial para saber si el producto era comestible, tuve que pasar por un comité de bio ética. Una de las instrucciones hacia los panelistas era que no debían ingerir la galleta, sólo masticar, saborear y luego escupirla. Esto me hizo dar cuenta que aún existe un conservadurismo frente al tema”
Dentro de los resultados que obtuvo en su investigación, está que los fitocannabinoides se unen mejor a los alimentos de origen animal como es el caso de la mantequilla. Otro es que el tetrahidrocannabinol (THC) al cocinarse, aumenta su efecto psicoactivo. “Lo importante es poder cuantificar los cannabinoides para que el usuario medicinal sepa que efectivamente hay un aumento de THC y así pueda ser riguroso en su consumo, porque sabemos es un componente psicoactivo y por tanto no queremos tener un efecto adverso en su uso medicinal”, indica la nutricionista.
Finalmente Gisella considera que es viable la creación de una alternativa comestible eficaz y de bajo costo, respecto a las alternativas farmacéuticas existentes en el mercado. “Es importante abrir el campo de la investigación y ligarlo al uso cotidiano”.
Frente a quienes aún dudan de las propiedades medicinales de la planta, Gisella es tajante en señalar que “lean, investiguen, averigüen y escuchen relatos de pacientes que han utilizado la cannabis y a los que esto les ha cambiado en un 100% la calidad de vida. Es así y está a la vista; es cosa de mirar hacia el lado y ver como esta planta ayuda a mejorar la salud de las personas”, concluye.
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